Ancianos y depresión: ¿cómo detectarlo?

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Ancianos y depresión ¿cómo detectarlo
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Tras la jubilación los ancianos pueden empezar a presentar síntomas de depresión por no sentirse útiles para la sociedad y esto puede abarcar a muchas consecuencias.

Por diferentes razones las personas de más de 60 años pueden experimentar varios episodios de depresión. Los sentimientos de tristeza, frustración o ira modifican la vida cotidiana de los ancianos. En este artículo te contamos cómo detectar a tiempo un trastorno mental de estas características.

Depresión en ancianos: qué saber

Tras la jubilación o el retiro muchas personas se sienten inútiles o que la vida no tiene sentido. Este tipo de pensamiento las lleva a deprimirse y a no disfrutar de los años que les restan por vivir (que pueden ser 10, 15, 20…).

La depresión en los ancianos es muy frecuente, aunque no forma parte del proceso natural de envejecimiento.

Esta puede estar relacionada con cuánto han tenido que cambiar en los últimos tiempos. Si recibe o no reconocimiento por lo hecho en su vida, cómo se lleva con su familia y las actividades que pueda realizar.

Las modificaciones en el estilo de vida desde los 60 años son realmente importantes.

Por ejemplo, de ir a trabajar de lunes a viernes y cumplir un horario se pasa a levantarse temprano para quedarse en casa y sin mucho que hacer.

Algunas situaciones pueden llevar a una mayor depresión:

  • Mudanza del hogar familiar (para vivir en un lugar más pequeño o compartido con los hijos)
  • Ir a un centro para personas de tercera edad
  • Dolores crónicos o enfermedades graves
  • Fallecimiento del cónyuge, hermanos o amigos cercanos
  • Pérdida de independencia
  • Falta de obligaciones
  • Pocas actividades disponibles
  • Problemas económicos (cambiar el estilo de vida al que estaba acostumbrado)

La depresión en la tercera edad no siempre es tenida en cuenta por quienes rodean al anciano. Se desestiman los síntomas al creer que es algo temporal o un capricho de una persona mayor.

Sin embargo, cuando mantiene las emociones negativas por mucho tiempo, puede ocasionar patologías físicas y hasta en algunos casos dejar de comer o intentar acabar con su vida.

Es necesario también saber que el descubrimiento de alguna enfermedad en alguien de la tercera edad puede ocasionar depresión.

Esto sucede, por ejemplo, si se diagnostica cáncer, Mal de Parkinson, principio de demencia, etc. El cuadro puede empeorar si se consumen medicamentos (como somníferos) o bebidas alcohólicas en exceso.

¿Cómo detectar la depresión en la vejez?

En la edad adulta nos imaginamos que, al retirarnos y tener el cabello blanco, estaremos con nuestro gran amor disfrutando de una bonita casa en la playa o en la montaña. Y leyendo el periódico en una mecedora y recibiendo las visitas periódicas de los hijos y nietos.

Sin embargo, la realidad no siempre se asemeja a esta historia idílica

Quizás tengamos que mudarnos a un asilo de ancianos porque nuestros familiares no pueden cuidarnos. O porque nuestro cónyuge ha fallecido o padece una enfermedad. O porque los dolores físicos que sentimos no nos permiten siquiera movernos hacia el portal (muchos menos para hacer cualquier otra actividad).

Ancianos y depresión ¿cómo detectarlo

El proceso de envejecimiento para muchos es la peor etapa de sus vidas.

La pérdida de los amigos y seres queridos, sentirse inferior o desprotegido y la incapacidad para servir a la sociedad son cambios muy fuertes por los que una persona debe atravesar.

Por ello es tan frecuente la depresión.

Los hijos, nietos o sobrinos pueden detectar los primeros síntomas de este trastorno mental y ayudar al anciano para que comprenda que la vida aún no se ha acabado y tiene demasiado por experimentar todavía.

Entre los principales síntomas que delatan una depresión de este tipo encontramos los sentimientos de tristeza y de desánimo que duran mucho tiempo (quizás semanas). La pérdida de interés por cosas que se hacían antes del retiro y la falta de satisfacción o disfrute por actividades básicas.

Por otra parte, el anciano también puede experimentar:

  • Más cansancio o fatiga que de costumbre, aunque no realice ninguna actividad pesada.
  • Pérdida de apetito (y como consecuencia también de peso).
  • Deseo de aislarse de las personas que le rodean.
  • Dificultades para conciliar el sueño (en la tercera edad se duerme mucho menos: 4 horas aproximadamente).

Existen otros síntomas que podemos analizar en nuestros padres o abuelos: sentimientos de inferioridad, culpa o desconfianza en sí mismos. Ideas suicidas o comportamientos extraños (que nunca había tenido antes).

¿Qué hacer ante la depresión de un anciano?

Como primera medida, es preciso recordar que envejecer es una etapa de la vida que no se puede evitar. Los sentimientos ruines no deben formar parte de este período que, como los demás, también tiene cosas buenas y malas.

Las limitaciones físicas o económicas son dos de las razones por las cuales alguien se siente deprimido en la tercera edad.

  • Para las primeras siempre se pueden elegir actividades o tareas que sean acordes a la condición en particular.
  • Para lo segundo pedir ayuda a los familiares no es nada malo. Es una excelente manera para que ellos retribuyan todo lo que el padre o abuelo les ha dado.

Por otra parte, los seres queridos no pueden imponer u obligar al anciano para que haga ninguna actividad en particular si este no lo desea.

La diplomacia en estos casos suele funcionar muy bien. A menos que haya riesgo de vida o la persona esté muy afectada dejarle que haga su vida es una sana recomendación. Y, por supuesto, acompañarle y no permitir que se quede solo por mucho tiempo (hacer una visita semanal, por ejemplo).

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