A todos puede molestarnos puntualmente algún ruido. Sin embargo, si oír a otras personas masticar o bostezar te provoca ira o ansiedad, podrías sufrir un trastorno poco conocido denominado misofonía.
Se estima que cerca de un 20% de la población sufre misofonía (en mayor o menor grado) y que al 6% le afecta significativamente en su día a día.
¿Qué es la misofonía?
La misofonía es un trastorno perceptivo en el que ciertos sonidos que no se perciben demasiado fuertes, llegan a producir asociaciones negativas, así como, molestias y disgustos.
Así pues, la misofonía significa una fuerte aversión a ciertos sonidos repetitivos producidos por otras personas, como son: ruidos como la masticación, el tintineo de los cubiertos o el golpeteo de los dedos.
Algunos de los sonidos que causan este malestar tienen una intensidad relativamente baja. La mayoría de las veces (82% de los casos), los sonidos detonantes son producidos por una persona específica que se encuentra a su alrededor.
Por lo tanto, este problema puede tener un impacto en la vida diaria de las personas afectadas, ya que pueden tender a evitar situaciones en las que se puedan enfrentar con estos sonidos.
Síntomas
Las personas que sufren misofonía pueden presentar malestar, ira, enfado, pánico, temor e inclusive llegar a imaginar que atacan a la persona que lo produce.
Los sonidos suelen ser tan normales como los producidos por otras personas al comer, beber, sorber, respirar, olfatear o toser, masticar chicle, hacer pompas con el chicle, el ruido al crujir los huesos…
Los pacientes suelen manifestar ansiedad y conductas de evitación (prescindir de algunas relaciones personales, familiares, aislarse de ciertas personas y reuniones sociales.
¿Qué ruidos son los que más molestan a una persona con misofonía?
No todos los ruidos resultan insoportables para las personas que sufren misofonía. Estos suelen cumplir una serie de características muy concretas:
- Generalmente, son sonidos realizados por otras personas durante actividades cotidianas.
- Oír el ruido que hacen otros al masticar, sonarse, toser e, incluso, simplemente respirar produce una alteración involuntaria e incontrolable a la persona que sufre misofonía.
- Al principio, la reacción puede producirse ante un sonido concreto, pero con el tiempo se pueden ir haciendo molestos también otros ruidos.
- No tienen por qué tener una intensidad elevada. Es decir, no hace falta que el sonido proceda de una persona especialmente ruidosa al masticar o que tenga problemas respiratorios tipo asma.
- Las demás personas que hay alrededor ni siquiera perciben esos mismos sonidos o, si los oyen, no los consideran especialmente molestos.
- Aunque con menor frecuencia, también pueden causar serias molestias otros ruidos no producidos por personas, como crujidos o el sonido de la lluvia.
¿Qué reacciones provoca?
La misofonía es un trastorno que puede afectar a la calidad de vida y la estabilidad emocional de quien la sufre, así como a su entorno.
- Los afectados pueden sufrir la incomprensión de las personas que les rodean, que consideran que esa intolerancia se debe a simples manías o un exceso de sensibilidad.
El ruido puede llegar a exasperar, irritar, enfurecer y sacar de sus casillas a la persona afectada, que se ve incapaz de dejar de prestar atención al sonido que la altera.
Se trata normalmente de ruidos muy habituales y cotidianos, de los que es difícil “refugiarse”, y la persona puede sufrir reacciones tanto físicas como emocionales:
- Cambios de humor.
- Ansiedad.
- Aumento del ritmo cardiaco.
- Dolor físico.
- Dificultad para respirar.
- Sudoración.
- Ataques de ira.
- Necesidad de huir.
- Aislamiento social.
- Depresión.
- Comportamientos de evitación.
Cómo se controla la misofonía
Aunque todavía no hay un tratamiento para la misofonía, existen diferentes técnicas y medidas que pueden ayudar a convivir con este trastorno y evitar que acabe afectando a la calidad de vida, la estabilidad emocional y las relaciones familiares y sociales:
- Las terapias tipo cognitivo-conductual ayudan a mejorar la tolerancia a estos ruidos y a aprender a controlar las reacciones emocionales que provocan.
- Practicar técnicas de relajación, como meditación o yoga, contribuye a combatir el estrés y la ansiedad derivados del trastorno.
- El uso de tapones para los oídos en las situaciones en las que se producen esos sonidos, por ejemplo a la hora de comer, reduce las molestias.
- Limitar el consumo de alcohol, cafeína y sustancias excitantes es otra de las recomendaciones.