Cómo distinguir el hambre emocional

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Cómo distinguir el hambre emocional
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Acabar con el hambre emocional no es tarea fácil, pero conocer cuáles son las emociones y rutinas que nos impulsan a comer cuando nuestro organismo no está pidiendo ningún alimento es el primer paso para empezar a ponerle freno.

Comer es una necesidad básica del ser humano, pero la manera en que comemos, ¿es por hambre física o emocional? En ocasiones, algunas emociones tales como el aburrimiento, la ansiedad, el estrés, las preocupaciones e incluso la euforia pueden llevarnos a confusión y decodificarlas como señales de hambre, haciendo que recurramos a ingerir algún alimento.

Sin duda, si queremos ser capaces de clarificar esta cuestión, contar con claves de identificación nos ayudará a diferenciar adecuadamente cuándo nuestro cuerpo nos está pidiendo algún tipo de alimento o cuándo se trata de un impulso y, por tanto, podemos vencerlo con estímulos diferentes a la comida. Veamos cuáles serían estas claves a tener en cuenta:

Analizar nuestros hábitos de alimentación

Actividades rutinarias, horarios y estabilidad en el día a día nos ayudan a encontrar patrones de comportamiento y también de sentimientos. Estar atentas/os a esto nos permite identificar antecedentes que nos llevan a sentir esa necesidad de comer. Por ejemplo, al llegar a casa del trabajo, después de una discusión, en momentos más sedentarios, etc.

Analizar la situación por la que estamos pasando es importante para encontrar puntos en común y puede ser la clave para saber qué elementos debemos cambiar y simplemente estar preparados.

Pensar cómo es nuestro comportamiento ante la comida

Identificar elementos en la conducta de comer también puede ser clave para diferenciar los tipos de hambre, es decir, el tipo de comida que ingerimos, los alimentos que nos apetecen más, el tiempo que dedicamos a ingerirlo cuando estamos bajo las circunstancias anteriormente nombradas, el grado de elaboración de los alimentos, la premura o calma con la que lo hacemos, o el modo en que comemos (si es de forma impulsiva, de pie y sin criterio o, por el contrario, sentados/as, en una mesa previamente preparada)

Cómo distinguir el hambre emocional

Evaluar las emociones que sentimos al comer

Las sensaciones que se despiertan después del acto de comer también son un buen indicador que nos ayuda a diferenciar los tipos de hambre. Si sentimos satisfacción, calma, saciedad, o, por el contrario, culpa, vergüenza, pesadez o agobio.

En general, es importante tener en cuenta que el hambre física viene tras un periodo de ayuno. El cuerpo lleva tiempo sin comer y, por tanto, lo necesita. Si tienes ganas de comer o sensación de hambre, y acabas de terminar la comida (no siendo en una cantidad escasa), puedes interpretarlo como una señal de alerta: muy probablemente sea hambre emocional.

Si el deseo de comer es con respecto a un alimento específico como un dulce, algún ultraprocesado o algo muy concreto, probablemente también estemos ante alguna emoción diferente al hambre real, porque siendo real, podría ser saciada con cualquier tipo de alimento como fruta, verdura, proteína, etc.

Y por último, la sensación de urgencia también es indicador de hambre emocional. Cuando estamos ante hambre física somos capaces de esperar y aplazar el momento de comer.

Qué hacer si identificamos es hambre emocional

Una vez identificada el hambre emocional, intenta llevar a cabo estrategias para no caer en el uso de la comida como tapadera de alguna necesidad emocional. Estas son las pautas que mejor te pueden ayudar:

  • Realizar alguna actividad física, relajación, meditación, nos ayudarán a mantener una calma y tranquilidad de base, habiendo menor probabilidad de cometer atracones.
  • Regular los tiempos, limitarse en horas de trabajo para no estar expuestos/as a demasiado estrés, aprender a relativizar y diferenciar lo urgente de lo importante.
  • Preparar menús semanales, para no recurrir de manera espontánea a abrir la nevera o los muebles de la cocina y coger lo primero que encontremos.
  • Trabajar tu autoestima para ganar seguridad y conocer tus puntos débiles y fuertes a la hora de enfrentarte a cualquier situación y saber como cambiar elementos de nuestro cuerpo que no nos gustan desde un punto de vida saludable.
  • Evitar dietas restrictivas, ayunos descontrolados y prohibiciones alimentarias en general.
  • Acudir a un especialista, ya que nutricionistas, psicólogos/as y otros profesionales pueden ayudarnos a conseguir todos estos objetivos.

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