Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la deficiencia de hierro se considera el primer desorden nutricional en el mundo. Y es que el hierro es fundamental para nuestro organismo, ya que participa en muchos procesos metabólicos, especialmente en la formación de la hemoglobina (Hb) contenida en los glóbulos rojos.
La hemoglobina es el principal responsable del transporte de oxígeno a los tejidos y es además esencial para la síntesis del ADN, la respiración celular y para que se lleven a cabo reacciones metabólicas claves, así como para un adecuado funcionamiento del sistema inmunitario”, de ahí la importancia del hierro, cuyo déficit además provoca que aparezca la anemia, enfermedad que afecta a más del 30 por ciento de la población mundial.
¿Quién y por qué tenemos los niveles bajos?
El déficit de hierro y la anemia se dan principalmente en mujeres. Las causas son varias, y van desde una mala alimentación (seguir una dieta vegetariana muy estricta, no consumir carne roja, beber mucho té o mucha fibra), tomar medicamentos que impidan su absorción, estar embarazada o tener insuficiencia para absorber hierro, que se debe principalmente a pasar por una cirugía intestinal o a enfermedades del intestino, como la enfermedad de Crohn o la celiaquía.
Además de que los alimentos sean ricos en hierro, es importante que la absorción que se puede alcanzar sea buena y así puede oscilar el 1-5 por ciento de los vegetales y el 20-30 por ciento de las carnes y pescados”, especifica, y hace hincapié en que en los países desarrollados el factor alimentario es excepcional como causa de anemia excepto en aquellos que realizan dietas vegetarianas estrictas.
Sin embargo, la causa principal del déficit de hierro y de la anemia es la pérdida de sangre. “En los países desarrollados mayoritariamente se debe a pérdidas menstruales en las mujeres premenopáusicas y al sangrado digestivo en los hombres y las mujeres posmenopáusicas.
¿Qué síntomas notamos cuando tenemos el hierro bajo?
Para la OMS, la carencia de hierro y la anemia reducen la capacidad de trabajo de las personas, e incluso de poblaciones enteras; entrañando graves consecuencias económicas y obstaculizando el desarrollo de los países.
Si nos centramos en los síntomas generales que podemos notar cada persona, puede aparecer cansancio, astenia, taquicardia, sensación de falta de aire, palidez, dolor precordial, calambres e hipotensión.
En general, a nivel individual los síntomas más habituales son cansancio, debilidad e intolerancia al ejercicio. Lo más frecuente es que la persona presente palidez mucotánea (de la conjuntiva, cara y palmas de las manos). Si la anemia es moderada-grave, puede haber caída de pelo, fragilidad de las uñas, sudoración, inflamación de la lengua, lesiones en los labios, irritabilidad, disminución de concentración, trastornos del sueño, dificultad respiratoria y deterioro general.
Debido a que los síntomas son comunes a muchas otras enfermedades, las personas no suelen consultar al médico hasta que se presentan varios de golpe; por lo que se debería acudir al médico ante menstruaciones muy abundantes o frecuentes, o ante la presencia de cansancio sin explicación aparente.
¿Qué puede ocurrir si tengo falta de hierro?
Muchos de los síntomas de la falta de hierro son en sí mismos la consecuencia; pero si profundizamos más vemos que en general disminuye la inmunidad de nuestro organismo. En las mujeres y niños, las consecuencias de la falta de hierro y/o anemia tienen un gran impacto en su vida.
Las principales complicaciones que conlleva son desenlaces poco satisfactorios del embarazo, problemas de desarrollo físico y cognitivo; mayor riesgo de morbilidad en los niños y reducción de la productividad laboral en los adultos.