Las cartas a los Reyes Magos experimentan cambios notorios. Los juguetes clásicos como muñecas, carritos y peluches, han sido desplazados por la omnipresencia de dispositivos electrónicos, celulares, tabletas e incluso kits para youtubers o streamers. ¿Es esta transformación una transgresión a la infancia o un indicio del creciente adultocentrismo en el mundo infantil?
La tendencia ha llevado a algunas marcas de juguetes a adaptarse, y han creado reproducciones de dispositivos electrónicos para mantenerse relevantes en el gusto de las infancias. Este fenómeno plantea preguntas sobre el impacto en el desarrollo infantil y el papel de la tecnología en la formación de valores desde temprana edad.
Efectos en la economía y consumo
Este año, se espera que la derrama económica en la capital del país durante el Día de Reyes alcance aproximadamente los 3 mil 135 millones de pesos, según estimaciones de la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo de la CDMX (Canaco). Este monto representa un aumento significativo del 69% en comparación con los 1 mil 855 millones de pesos del año 2022. ¿Uno de los factores del aumento se deberá a la predominancia de dispositivos electrónicos?
Además, debemos recordar las tendencias entre 2014 y 2015, cuando el desembolso en juguetes a nivel nacional cayó un 14%, según la última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Enigh) del INEGI.
¿Juguetes tradicionales o dispositivos?
A medida que los niños reciben regalos cada vez más centrados en la tecnología, también surge la preocupación sobre el tiempo que pasan frente a pantallas. La Academia Americana de Pediatría ofrece recomendaciones sobre esto:
Los niños de 0 a 2 años no deben pasar ningún tiempo en las pantallas, pues sus cerebros aún no están suficientemente desarrollados para recibir tantos estímulos. De 2 a 5 años el tiempo estimado es de entre media y una hora al día. Por su parte, respecto a la edad de 7 a 12 años se recomienda una hora bajo la supervisión de un adulto.
A pesar de todo, es crucial destacar que los dispositivos no son intrínsecamente perjudiciales. Más bien, se presenta una oportunidad para guiar a los más pequeños hacia un uso positivo y educativo de la tecnología. Fomentar el desarrollo de habilidades digitales desde temprana edad puede prepararlos para enfrentar el mundo que les espera, equipándolos con las destrezas necesarias en una sociedad cada vez más digitalizada.
No obstante, no debemos olvidar que para el desarrollo en la infancia, el juego es esencial. A través de estas actividades se aprenden habilidades para interactuar con el mundo, pues beneficia la socialización, la expresión de emociones, el desarrollo psicomotriz y la creatividad. En 1959, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó que el acto de jugar es un derecho de la infancia. Por su puesto, los adultos tienen la obligación de velar por ello.