Salud mental materna: guía esencial para identificar y tratar la depresión posparto en 2025

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mayo y la salud mental materna revista flow
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Mayo, mes tradicionalmente dedicado a honrar a las madres, representa una oportunidad inmejorable para hablar de un tema aún silenciado: la salud mental materna. Más allá de las flores, los desayunos y las felicitaciones, existe una realidad compleja que muchas mujeres viven en silencio, marcada por emociones intensas, desequilibrios hormonales y una exigencia social que no siempre permite pedir ayuda.

A pesar de la importancia del tema, el bienestar emocional de las madres sigue siendo poco visibilizado, especialmente en América Latina. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que la depresión es la segunda causa más importante de discapacidad a nivel mundial, y en el caso específico de las madres, la depresión posparto (DPP) representa uno de los desafíos más apremiantes.


Entender el periodo perinatal: mucho más que depresión posparto

Según Leena Mittal, psiquiatra de Mass General Brigham y jefa de la División de Salud Mental de la Mujer en Brigham and Women’s Hospital, no se trata solo de «depresión posparto», sino de un amplio espectro de alteraciones emocionales que pueden surgir durante el período perinatal. Este comprende desde el embarazo hasta un año después del parto.

Durante este tiempo, muchas mujeres experimentan el llamado baby blues, una condición común caracterizada por cambios emocionales temporales. Sin embargo, es esencial saber diferenciarlo de la depresión posparto, que puede tener consecuencias graves si no se detecta y trata a tiempo.


Diferencias clave entre el baby blues y la depresión posparto

Síntoma Baby Blues Depresión Posparto (DPP)
Duración 1-2 semanas Hasta un año o más
Inicio 2-3 días después del parto Cualquier momento durante el primer año
Severidad Leve Moderada a severa
Impacto en la vida diaria Bajo Alto
Necesita tratamiento médico No

Señales de alerta de la depresión posparto

Es común experimentar cansancio, irritabilidad o ansiedad en los días posteriores al parto. Sin embargo, cuando estos síntomas persisten o se agravan, es fundamental prestar atención. Entre las señales de la DPP destacan:

  • Tristeza profunda o desesperanza constante

  • Dificultad para dormir o comer

  • Fatiga extrema

  • Sentimientos de inutilidad o culpa

  • Alejamiento del bebé y del entorno

  • Falta de interés en actividades placenteras

  • Pensamientos recurrentes de hacerse daño o al bebé

En muchos casos, son las parejas o personas cercanas quienes notan primero los cambios en la madre, lo que resalta la importancia de un entorno informado y empático.


¿Qué factores aumentan el riesgo de depresión posparto?

La depresión posparto no tiene una causa única. Sin embargo, existen múltiples factores que pueden aumentar su aparición:

  • Antecedentes de depresión o ansiedad (personales o familiares)

  • Eventos estresantes durante el embarazo (como problemas económicos o de pareja)

  • Falta de apoyo emocional

  • Problemas médicos durante el embarazo o el parto

  • Consumo de sustancias

  • Desequilibrios hormonales significativos


Opciones de tratamiento: hay luz al final del túnel

La buena noticia es que la depresión posparto se puede tratar con éxito. El enfoque depende de la severidad de los síntomas y puede incluir:

  • Psicoterapia: individual o grupal, centrada en la gestión emocional y el apoyo.

  • Medicación: antidepresivos seguros durante la lactancia pueden ser recetados por un profesional.

  • Apoyo psicosocial: desde redes de apoyo entre madres hasta el acompañamiento familiar.

Buscar ayuda profesional no es un signo de debilidad. Por el contrario, es una forma valiente de cuidar de sí misma y de su familia.


Cuidar a quien cuida: una responsabilidad colectiva

Las madres no solo necesitan reconocimiento, necesitan ser escuchadas y acompañadas. La salud mental materna no debe limitarse a un mes ni a un discurso conmemorativo: debe estar al centro de las políticas públicas, de los sistemas de salud y de la conciencia social.

Es momento de cambiar la narrativa. Celebremos a las madres, sí, pero también brindémosles acceso a atención psicológica, espacios seguros para hablar de sus emociones y redes de contención que trasciendan la fecha del calendario.

Porque una madre emocionalmente sana no solo mejora su calidad de vida, sino que construye un entorno más saludable para su hijo y su comunidad.

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