Durante más de veinte años, el concepto de “high street fashion” reconfiguró la producción y el consumo de moda, impulsando un modelo más rápido y accesible que modificó para siempre las dinámicas del negocio del vestir.
Hoy, los principales exponentes de esta tendencia –como Zara, Uniqlo y H&M– parecen haber superado las expectativas iniciales, reformulando sus principios para integrar la creación, la calidad y el compromiso con el medio ambiente, acercándose así a la imagen del lujo. Al menos, así lo analiza El País de España en un artículo publicado este lunes 5 de mayo.
Esta evolución genera una pregunta en un mercado cada vez más diverso y competitivo: ¿están estas marcas, conocidas por su velocidad y precios bajos (las reinas del fast fashion), transicionando hacia un posicionamiento premium? Veamos.
La revolución de la moda rápida para algunas marcas como Zara, Uniqlo y H&M y su factura oculta
Para comprender el escenario actual, es fundamental recordar los fundamentos del fast fashion, un modelo de negocio basado en la producción masiva y veloz de prendas a precios muy bajos, inspiradas en las últimas tendencias de pasarelas o redes sociales.
Marcas como Zara, H&M, Shein o Primark se convirtieron en sus máximos representantes.
Se trata de una industrialización intensiva de la moda, donde la obsolescencia no sólo afecta a los dispositivos electrónicos, sino también a la ropa en nuestros armarios.
Una de las características distintivas es la velocidad, reduciendo el ciclo de diseño, producción y llegada a tienda a solo dos semanas, una diferencia abismal comparada con los seis meses que tardaban las marcas tradicionales.
Zara, por ejemplo, llega a lanzar hasta 52 colecciones al año. Esta agilidad permite ofrecer precios extremadamente bajos, aunque con costos significativos que no se reflejan en la etiqueta.
El modelo se apoya en una externalización generalizada de la producción, donde el 93% de las marcas no garantiza un salario digno en su cadena de suministro. Trabajadores en lugares como Bangladesh pueden ganar tan solo 0.13 USD por hora, operando a menudo en talleres con condiciones laborales muy difíciles, conocidos como “sweatshops”.
Zara, Uniqlo y H&M: un cambio hacia la calidad y la creación
Frente a este panorama y, en parte, como respuesta a críticas, marcas como Zara, H&M y Uniqlo han comenzado a modificar su enfoque. La intención es (o sería) distanciarse de competidores ultrarrápidos como Shein o Temu mediante un producto de mayor calidad y sofisticación.
Esta estrategia no solo parece lógica, sino también es astuta en el contexto actual del mercado.
El cambio implica adoptar estrategias previamente exclusivas del lujo, dice El País. Mientras que las marcas de alta gama se han volcado a imitar la eficiencia operativa de la moda rápida –cayendo a veces en la sobreproducción y la distribución acelerada–, las marcas de gran consumo han empezado a emular las tácticas de comunicación y desarrollo de producto de las firmas de lujo, buscando una transformación en la percepción social y cultural que se tiene de ellas.
Durante mucho tiempo, a los íconos del ‘high street’ ni siquiera se les consideraba “firmas” por carecer del contenido emocional asociado al lujo.
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