La cantidad de agua diaria recomendada es de 2 a 2,5 litros de agua, aunque debe incrementarse con el calor. La deshidratación provoca debilidad o dolor de cabeza, y si es crónica aumenta el riesgo de cálculos renales o de hipertensión.
La deshidratación impide la correcta llegada de nutrientes a todo el organismo dificultando su funcionamiento. En verano perdemos más líquidos por el calor y por la regulación de la temperatura mediante la sudoración, aumentando el riesgo de deshidratación si no los reponemos.
¿CUÁNTO LÍQUIDO HAY QUE BEBER AL DÍA?
Dos litros las mujeres y dos litros y medio los hombres. Esta cantidad debe incrementarse si se hace ejercicio, en mujeres embarazadas o en periodo de lactancia o cuando las temperaturas son elevadas.
El ser humano adquiere cada día el 75% del agua que necesita en forma de líquido y el 25% a través de los alimentos que, en el caso de las frutas y verduras con un alto contenido en agua, aportan vitaminas y minerales que repercuten directamente en el estado de hidratación.
Si hay una pérdida excesiva de electrolitos, por ejemplo al hacer deporte, es aconsejable optar por la bebida isotónica para recuperar las sales perdidas por el sudor. Algo similar ocurre en el caso de padecer una enfermedad gastrointestinal, ya que es fundamental tomar preparados especiales con sales minerales para suplir la pérdida digestiva de los mismos.
- Los hombres son los que se hidratan peor: un 59,2% no ingiere suficiente líquido.
- El 41,6% de las mujeres no se hidrata adecuadamente.
LOS SÍNTOMAS DE UNA DESHIDRATACIÓN
Señales de que alguien sufre deshidratación, desde los más leves (y comunes) a los más graves.
- Cansancio.
- Debilidad.
- Dolor de cabeza.
- Vómitos.
- Mayor frecuencia cardiaca.
- Respiración acelerada.
- Pérdida de consciencia.
La persona puede llegar incluso a sufrir un golpe de calor cuando su temperatura corporal aumenta de forma inadecuada ante la exposición prolongada a altas temperaturas y, en consecuencia, requerir asistencia médica inmediata.
MÁS RIESGO DE DESHIDRATACIÓN EN PERSONAS MAYORES
La deshidratación puede afectar a todas las edades, pero los niños pequeños y los ancianos son los grupos expuestos a un mayor riesgo de sufrirla.
De hecho, las cifras revelan que en las residencias de mayores es donde la deshidratación es más frecuente: la sufren un 40% de las personas que viven en ellas, cuando el promedio en la población general es entre un 5 y un 10%.
- Padecen más infecciones que provocan un aumento de las pérdidas de agua.
- La toma de diuréticos para la hipertensión es habitual entre los mayores, lo que favorece también la pérdida de líquidos.
- La pérdida de la sensación de sed que acompaña al propio envejecimiento y que se agrava por algunos medicamentos o por el deterioro cognitivo también hace que ingieran menos líquidos.
CONSEJOS PARA HIDRATARTE BIEN
Para evitar la deshidratación, los expertos recomiendan seguir estos consejos:
- Toma dos litros de agua al día si eres mujer y dos y medio si eres hombre. La mayor parte de líquido debería ser agua, en su defecto infusiones sin azúcar.
- Si haces ejercicio intenso o te expones al sol, aumenta la ingesta diaria para compensar la pérdida de líquido a través del sudor.
- No bebas solo durante las comidas. Si te acostumbras a hacerlo entre horas te costará menos llegar a la cantidad diaria recomendada.
- Limita las bebidas azucaradas, tanto los refrescos como los zumos de frutas con azúcares añadidos.
- Recuerda que el alcohol no hidrata, deshidrata.
- Acostúmbrate a beber agua de forma regular sin esperarte a tener sed. Cuando notas sed es porque ya hay deshidratación.
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