Investigadores del instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental (NIEHS) descubrieron un lado oscuro para dormir con la luz encendida.
De acuerdo con su nuevo estudio en JAMA International Medicine, dormir con las luces y la televisión prendida está “significativamente asociado” con el aumento de peso y la obesidad.
¿Qué dijo la investigación?
El equipo de NIEHS es el primero en detectar este tipo de conexión entre la luz artificial y el aumento de peso.
Sus hallazgos se basan en los datos del cuestionario de 43.222 mujeres que abarcan desde 2003 hasta 2009.
Las participantes no eran trabajadoras por turnos, ni dormían ni estaban embarazadas cuando comenzó el estudio (y no se incluyeron hombres, por lo que no sabemos si estos hallazgos se aplican a ellos también).
Al analizar las fluctuaciones autorizadas en el peso, la altura, la circunferencia cintura / cadera y el índice de masa corporal durante el período de cinco años, encontraron que la luz artificial realmente afecta el peso !pero no toda la luz es igual!
Dormir con una pequeña luz nocturna encendida, por ejemplo, no se asoció con el aumento de peso, pero sí dormir con la televisión encendida.
La luz proveniente del exterior no parece tener efectos significativos en el peso, mientras que la luz de los dormitorios si.
¿Quiénes son más propensos?
Los que dormían con las luces o la TV encendidas en el dormitorio tenían hasta un 17% más de probabilidades de aumentar 11 libras o más durante el curso del estudio.
Para obtener algunas pistas de por qué, podemos ver la investigación existente sobre el sueño, la regulación hormonal y el apetito. Sabemos que el sueño interrumpido puede disminuir nuestros niveles de leptina, una hormona que suprime el apetito, y nos hace sentir más hambre durante el día, especialmente para Golosinas con alto contenido de grasa y carbohidratos. Se ha demostrado que la falta de sueño, incluso por una sola noche, altera el metabolismo. No es difícil creer que los que se quedan dormidos con las luces encendidas tienen menos calidad de los ojos que los que mantienen una habitación oscura, por lo que esto podría ser parte del problema.
La coautora del estudio Chandra Jackson, Ph.D., también dice que nuestros ritmos circadianos, o relojes internos, podrían ser parcialmente culpables: «Los seres humanos están genéticamente adaptados a un entorno natural que consiste en luz solar durante el día y oscuridad en la noche». Ella escribe. «La exposición a la luz artificial en la noche puede alterar las hormonas y otros procesos biológicos en formas que aumentan el riesgo de condiciones de salud como la obesidad».
Lección aprendida: ¡Apaga las luces antes de acostarte! Considera cambiar ese hábito televisivo anterior a la cama con un gran libro. Tus ojos (y tal vez incluso tu cintura) te lo agradecerán.