Si lidias con la ansiedad de manera regular, probablemente hayas desarrollado algunas habilidades para controlar tus sentimientos de ansiedad en el momento. Tal vez prácticas técnicas de respiración para calmar tu sistema nervioso, o haces que tu cuerpo se mueva para distraerlo de las preocupaciones.
¿Pero es posible reducir la ansiedad en un nivel más profundo? ¿Puedes llegar a ser una persona menos ansiosa?
Múltiples estudios de investigación sugieren que puedes hacerlo. Eso no quiere decir que sea fácil, por supuesto. La ansiedad es una mezcla compleja de síntomas mentales, emocionales y físicos, y se asocia con hábitos de larga data que una persona puede haber tenido durante años, incluso décadas.
Por ejemplo, una persona con alta ansiedad social puede tener la costumbre de pensar que otras personas los ven como «extraños»; este patrón de pensamiento puede haberse fortalecido a través de miles de interacciones, haciendo que sea difícil romperlo.
Convertirse en una persona menos ansiosa requiere un plan sistemático para reprogramar nuestros hábitos. Y debido a que la ansiedad afecta tu mente, cuerpo y espíritu, convertirse en una persona menos ansiosa requiere practicar nuevas formas de pensar, actuar y estar en el mundo.
Si estás listo para sentirte menos ansioso, a continuación hay algunos enfoques que puedes usar para comenzar a entrenar nuevamente tu cerebro. Elige una de estas estrategias para enfocarte en esta semana y práctica nuevos hábitos todos los días, a partir de hoy.
¡PIENSA!
Practicar el empoderamiento de los pensamientos. Si estás muy ansioso, los pensamientos de ansiedad pueden comenzar incluso antes de que te levantes de la cama por la mañana, cosas como «qué pasaría si» y dudas sobre tu capacidad para manejar los desafíos del día.
Cambia tu relación con la ansiedad. Cuanto más trates de evitar la ansiedad, más puedes dominar tu vida. Entonces, paradójicamente, una forma confiable de ser una persona menos ansiosa es comenzar a ver la ansiedad como algo inevitable.
Cuando descubras que estás tratando de no sentirte ansiosa, cambia tu enfoque a lo que necesitas hacer en la situación. Por ejemplo, si estás nerviosa por un discurso, centra tu atención en lo que quieres decir, independientemente de lo que esté haciendo la ansiedad.
También puedes cambiar tu relación con la preocupación. Si eres propenso a la preocupación crónica, es probable que creas al menos implícitamente que debes preocuparte. En realidad, la preocupación no es productiva, no nos ahorra angustia en el futuro, no nos motiva y no nos convierte en solucionadores de problemas más efectivos (algunas de las creencias comunes sobre la preocupación). Cuando te encuentres preocupada, date permiso para cambiar a lo que realmente puedes controlar en la situación.
Estrategias de comportamiento
¡Realiza cosas que te asusten! La ansiedad y la evitación están estrechamente relacionadas: cuanto más evitamos ciertas tareas y situaciones, más ansiosos nos sentimos y viceversa. Puedes romper este ciclo si adquieres el hábito de confrontar lo que te pone ansiosa, sin evitarlo o demorarlo. Comienza con ganancias fáciles, pequeñas tareas que has estado posponiendo, o situaciones levemente desafiantes, y avanza hacia otras más difíciles.
Cuida tus necesidades físicas. Nuestro estado físico puede afectar directamente nuestra ansiedad, y la ansiedad a menudo afecta nuestra salud física a través de la interrupción del sueño, la mala alimentación y el ejercicio inconsistente. Busca pequeñas formas de cuidarte gradualmente, agregando un entrenamiento semanal, por ejemplo, o enfocandote en tener una dieta más nutritiva, una comida a la vez. También ten en cuenta tus hábitos de sueño. Sentirse bien físicamente también puede mejorar tu estado mental y emocional.
Abrazar la incertidumbre
La ansiedad proviene de querer que las cosas salgan de cierta manera cuando se desconoce el resultado. Pero para bien y para mal, la vida es impredecible. Nunca sabemos realmente cómo van las cosas, lo que puede ser aterrador, pero también es lo que hace la vida. Cuando podemos aflojar nuestro control sobre la necesidad de que las cosas sigan «nuestro camino», podemos dejar de lado nuestra ansiedad sobre el futuro. En cambio, podemos abrirnos a la vida como una serie de sorprendentes aventuras.